Impregnada en mí su mitad, su otro aquel
La prisa del otoño por tornarse escarcha
alcanzar el sigilo de los clamores
allí donde se ocultan los conjuros del adiós.
Y despierto entre murmullos de discordia
Pusilánime y marchita
Recorriendo los refugios ruinosos del tumulto
Los resquicios de talento disipados
no hallados siquiera en lo recóndito.
Y saboreo las iras del mediocre
obstinada en esquivar la sabiduría del que pierde.
Y me esclavizo a mis anclajes
divisando los sin fines de destinos
anhelando pretensiones en poder de los osados
Sucumbiendo al pesar del que desiste
Conformándome a hacer viaje sin camino
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